CORAZÓN ROTO...


Tenía el corazón roto
y la razón construyó andamios
sobre el borde del precipicio de la agonía...
A ciegas tanteó el futuro y sus pulsaciones
buscando en su riego la sangre
que derramó con un movimiento extraño
aquel amor de apuestas perdidas.
La sostenían sus huesos, como quien sostiene
una idea inverosímil a golpe de azar
con la apuesta expuesta a cualquier contingencia...
Se propuso abandonar el día solaz 
por jornadas de nieblas y tormentas arrebatadoras
a refugio del soplo evocador 
de su nombre en las tardes canallas...
La gama de posibilidades, era infinita
sin embargo optó por la más sencilla:
dejarse morir a tumba abierta
con la alegría como bandera
para luego resucitar por calles desconocidas.
Quizá la muerte, pensó, le daría las alas
que no le dio la vida...
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Elizabetta Puig ® / Derechos Reservados
Imagen: Galatea Santos® / Cementerio de OVIEDO

LA MUERTE...


Se desliza la muerte
bajo la cama, tras las puertas selladas.
Y al ritmo de la brisa en las cortinas
su aliento vierte...
Llega su momento y no perdona
ni retrasos ni excusas de última hora,
ni lucha cuerpo a cuerpo,
ni batallas a muerte gloriosa o vida indecente...
Baila la danza maldita de los escogidos
bajo las sábanas aún calientes
con la seguridad de una bailarina
de coreografía bien ensayada día a día 
entre cuerpos entregados 
a la supervivencia gratuitamente...
Llega con el triunfo por bandera,
con la seguridad de quién a priori
se sabe diosa y vencedora,
deidad eterna, emperatriz de los infiernos.
Y reina de la bóveda celestial...
No existen límites o apuestas
que no gane.Va su honra en ello...
Y su reputación de dama opulenta.
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Sólo cabe recibirla como merece:
con las puertas abiertas
y los saldos de la existencia
al corriente de pago y bien amortizados.
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Elizabetta Puig ® / Derechos Reservados
Imagen: Galatea Santos® / GRADO (ASTURIAS)

VOLVERÁ...


La mañana escapa. Y yo la dejo ir.
La tarde espera turno.
Y la dejo llegar entre la esperanza y la desazón
de la tormenta que se avecina.
No todo está perdido aún.
Las horas marcarán el ritmo de la batalla
entre las sombras y la luz
ajenas a la noche que opta a ganar
la guerra al día una vez más
sin apenas aliciente ni disposición.
Sólo cabe esperar que no sangre el amanecer,
que no someta ni a la tierra ni al mar
a la incertidumbre de no saber
qué habrá de ser de ellos
tras el paso del viento
siempre furioso, siempre áspero,
siempre colérico, siempre atrincherado.
La mañana escapa.
Aunque de sobra sabe que, tarde o temprano,
volverá...
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Elizabetta Puig ® / Derechos Reservados
Imagen: Galatea Santos® / Playa de los Cristales (ANTROMERO)