Nunca me puse del todo el luto.
Sólo opté por un gris insano.
De esos grises que nos advierten
que el difunto aún vive
en nuestro corazón,
entre sus pasadizos agazapado.
Nunca llevé flores a tumba alguna.
Ni organicé desfiles en honor
a todos los pétalos marchitos
que en mis balcones naufragaron
a la espera de algún puerto bien guardado
de tormentas y tormentos,
de horizontes lejanos.
Nunca recé oraciones y plegarias
en torno a velas encendidas,
ni siquiera apagadas antes de las vísperas,
por los vientos del olvido.
Y los del descalabro.
Nunca fui de llanto a cielo abierto
ni de silencios compartidos con el diablo…
Siempre celebro la vida.
Nunca en negro, siempre con algún tono de blanco.
Que la muerte, aún no nos ha llevado.
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Elizabetta Puig® / Derechos Reservados
Imagen:Galatea Santos®