Me acorrala el invierno
con su abrigo gélido
y su guante de seda escarchada.
Grita mi nombre y yo no atiendo
ni a sus quejas ni a sus bramidos
que entre tormenta y tormenta
transitan ardiendo...
Su guerra divide al cielo en flancos desiguales.
Y derrochando opulencia a ratos lo enciende,
y a ratos sentencia a la Luna en su inocencia...
Solo el silencio de los troncos
que se entregan a su destino
consigue que construya puentes desde mi sosiego.
Y alguna sílaba sin sentido incluyo
en los rifirrafes de mis ruegos...
La lluvia se subleva y huye
arriba del camino enjuto y desnutrido
de un poco de quietud
y besos adúlteros de los manantiales vespertinos..
Nadie recuerda ya la paz que dejó
el otoño caduco y prescrito.
Ahora todo el espacio lo ocupa
este averno cargado de admiración
por sí mismo...
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Elizabetta Puig® / Derechos Reservados
Imagen Galatea Santos® / TORREZO (ASTURIAS)
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