Qué caro resulta el amor a quién lo practica,
qué cara la práctica habitual de la caricia,
el precio a pagar siempre ha de generar malicia.
Se envilece el deseo...Y la mirada publica,
lo que la angustia callada devora y mastica
de tarde en tarde, henchida de avidez y codicia
convergiendo así la más placentera delicia
con la soledad absoluta que todo explica...
Y se rompe la noche en miles de tintineos
que a lo lejos perpetran nuestro nombre en el cielo
mezclando oscuridad y luz a partes iguales.
Un poco más cerca sin medidas ni rodeos
nos colma la inquietud vestida de terciopelo.
Y ahí nos recuerda qué somos: simples mortales...
.
Elizabetta Puig® / Derechos Reservados
Imagen: Galatea Santos® / Atardecer sobre Latores (OVIEDO)
No hay comentarios:
Publicar un comentario