Tenía el corazón roto
y la razón construyó andamios
sobre el borde del precipicio de la agonía...
A ciegas tanteó el futuro y sus pulsaciones
buscando en su riego la sangre
que derramó con un movimiento extraño
aquel amor de apuestas perdidas.
La sostenían sus huesos, como quien sostiene
una idea inverosímil a golpe de azar
con la apuesta expuesta a cualquier contingencia...
Se propuso abandonar el día solaz
por jornadas de nieblas y tormentas arrebatadoras
a refugio del soplo evocador
de su nombre en las tardes canallas...
La gama de posibilidades, era infinita
sin embargo optó por la más sencilla:
dejarse morir a tumba abierta
con la alegría como bandera
para luego resucitar por calles desconocidas.
Quizá la muerte, pensó, le daría las alas
que no le dio la vida...
.
Elizabetta Puig ® / Derechos Reservados
Imagen: Galatea Santos® / Cementerio de OVIEDO
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