ATALAYA...

A la sombra de la soledad
naufrago tarde a tarde...
En alguna incluso más que en otras.
No todas sirven la misma ración
de vacío sin pena ni gloria.
En ocasiones, hasta me dan
el santo y seña de las huellas
que me empeño en buscar.
Ya se sabe, que quién busca halla.
Y quién se moja, se enfanga.
!Qué cierto que la curiosidad
mata a los gatos!
Y a las personas...
Y a las almas solitarias que por un rato
quieren sentirse acompañadas.
La soledad es un vicio, leí.
En realidad es una desvergonzada
que muestra su piel tersa
y acepta cualquier caricia
con tal de constatar
que ya no siente nada.
Pero de pronto !ay de pronto!
se da cuenta de que tiene alma humana.
Y es ahí dónde una vez más
pierde la batalla.
Y vuelve a su rincón. O su atalaya,
a ver pasar la vida en silencio
hasta la próxima tarde vacía
de creencias, de olvido, de palabras.
.
Elizabetta Puig® / Derechos Reservados
Imagen José Román Mostazo /Torcal de Antequera (Málaga)

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