RENCOR...

Por fin quietas mis ideas, del devenir continuo por el escenario de mis visiones, conseguí que soslayaran su lucha por ser las elegidas para a llevar a cabo la tarea.
Mientras tanto, la noche imponía el descanso…
Me entregué de manera inusualmente fácil al sueño reparador.
Tanto que el reloj debió de marcar las horas sin que me percatara de ello.
Eran casi las 11 de la mañana cuando el teléfono me trajo de nuevo de vuelta a la realidad más absoluta de manera apremiante.
Al otro lado, Aníbal me daba la noticia:
“Han encontrado a Héctor en su despacho. Alguien le ha estrangulado con su propia corbata”.


Instintivamente abrí el cajón de mi mesita de noche: había olvidado tomar la pastilla que adormecía al rencor .
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Elizabetta Puig® / Derechos Reservados
Imagen : Galatea Santos®/VALLE DE LOS PEDROCHES (CÓRDOBA)

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