A las calles de mi vida
solo les pido memoria
sin retrasos ni demoras fingidas..
Que avancen de mi mano
y mis avejentadas pupilas
por sus arterias de asfalto
sin pecado concebidas...
Que no olviden mis pasos
ni mi empeño en llevarlas
a la gloria de los mapas de antaño
por los viajeros olvidados..
Elevar sus aceras frías y de severas líneas
a la categoría mas alta:
a ríos de cauces frondosos.
A convertir en soldados de infantería
a las farolas y sus hastíos
de veranos bochornosos...
Soportales de mi vida
no olvidéis mis miradas
ni mis encajes de bolillos
en cada una de vuestras arcadas
a la hora de encajar la imagen
en mis manos de artesana...
Los humanos olvidarán mi nombre
como si jamás hubiera existido
a la luz de las tardes efímeras
cerca del mar de las tormentas...
Cuento en cambio, con vuestra palabra
con las hojas muertas que me persiguen
en cada soplo de brisa reptil e inhibida
buscando la eternidad en mis alegorías...
Cuento con la lluvia serena de Primavera,
artista de las caricias a los paraguas
para vestirme de ninfa en la medianoche...
Y los mediodías...
Todo lo demás sería
remar en galeras bajo la tormenta invernal
con la angustia clavada
en el cristal de la ventana
por la que mi vida escaparía...
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Elizabetta Puig® / Derechos Reservados
Imagenes: Galatea Santos® / Montaje: Maribel Gonzálvez